Bueno, pues aquí el terreno ya casi terminado a falta de los pigmentos y tonos a la tierra ,pero eso una vez esté colocado también el camello, con el fin de integrar los dos animales y el terreno con los mismos colores
jueves, 18 de diciembre de 2014
jueves, 11 de diciembre de 2014
Napoleon en Egipto ( 4 )
Bueno, pues comenzamos con el terreno.
Tras realizar los oportunos agujeros a fin de que los posteriores pernos encajen, rellene toda la base con una mezcla de arena tamizada, cemento, pequeñas piedras y cemento cola, todo ello sobre una base de "micropiedra pomez" con resina de Vallejo .
Tras realizar los oportunos agujeros a fin de que los posteriores pernos encajen, rellene toda la base con una mezcla de arena tamizada, cemento, pequeñas piedras y cemento cola, todo ello sobre una base de "micropiedra pomez" con resina de Vallejo .
Napoleon en Egipto ( 3 )
Bueno, pues tras una noche entera de pegado y rellenado de huecos ( que hay bastantes) , este es el boceto general de como quedará el conjunto .
Y como una imagen vale mas que mil palabras, aquí una pequeña muestra del " hueco" que quedaba en la parte trasera de la chilaba , solo había dos opciones, o dejaba este hueco y hacia que encajara por la parte delantera, o encajaba por la parte trasera y en la delantera se notaría un espacio enorme entre el traje y la chilaba ( y eso no quedaba nada bien) , así que opté por dejar el hueco en la parte trasera .
Cuadro de Jean-Léon Gérôme titulado " Napoleon y sus Generales en Egipto" , supongo que seria la referencia en la que se basaron para la realizacion de esta pieza .
Y como una imagen vale mas que mil palabras, aquí una pequeña muestra del " hueco" que quedaba en la parte trasera de la chilaba , solo había dos opciones, o dejaba este hueco y hacia que encajara por la parte delantera, o encajaba por la parte trasera y en la delantera se notaría un espacio enorme entre el traje y la chilaba ( y eso no quedaba nada bien) , así que opté por dejar el hueco en la parte trasera .
Cuadro de Jean-Léon Gérôme titulado " Napoleon y sus Generales en Egipto" , supongo que seria la referencia en la que se basaron para la realizacion de esta pieza .
miércoles, 10 de diciembre de 2014
Napoleon en Egipto ( 2 )
El encargo que voy a abordar se trata una referencia de la casa Pegaso models a 54 milímetros , en concreto Napoleón en Egipto
Este es el despiece de la misma, a falta de la base que desecharé para poder emplazarla más cómodamente en su peana y así poder desplazar los ángulos de visión hacia el espectador, tanto del camello , como del caballo y del árabe , con lo que se ganará en vistosidad .
A priori los encajes dejan un poco que desear ( aunque Pegaso Models sea un referente de calidad, esta pieza en concreto tiene ya casi 14 años) , con lo que hay que aplicar bastante masilla y hacer uso de la experiencia adquirida con los años para que todo encaje a la perfección .
Napoleon en Egipto ( 1 )
Antecedentes
A
principios de 1798, Napoleón Bonaparte era un joven y popular general recién
llegado de una exitosa campaña en Italia. Sin embargo, su carisma y sus
ambiciones políticas eran tales que inquietaban al Directorio que regía
Francia. Así pues, con el objetivo de alejarle de los círculos conspiradores de
la capital, el Directorio le propuso proyectar la invasión de Gran Bretaña.
Napoleón desestimó el plan por la superioridad naval del país vecino, pero sí
estudió la forma de debilitarlo, sobre todo económicamente, una idea a la que
no dejaría de dar vueltas el resto de su vida. En aquellos momentos Gran Bretaña,
perdidas sus colonias americanas, dependía en gran medida de las materias
primas procedentes de la India. Napoleón pensó que si lograba cortar la
comunicación con su colonia asiática, el Imperio Británico acabaría
estrangulado. La forma de hacerlo era conquistando Egipto y Siria, entonces
bajo soberanía otomana, y desde allí pasar a la India. Presentó el plan al
Directorio. La idea era arriesgada, teniendo en cuenta que el Mediterráneo lo
controlaba la escuadra británica, pero el órgano ejecutivo dio luz verde al
proyecto.
Egipto
era entonces una provincia del imperio otomano, replegada sobre sí misma y
sumisa a las disensiones de los mamelucos. Ella escapó al estricto control del
sultán. En Francia, Egipto estaba de moda: Napoleón Bonaparte soñaba con seguir
los pasos de Alejandro Magno, los intelectuales pensaban que Egipto era la cuna
de la civilización occidental y que Francia debía llevar «las Luces» al pueblo
egipcio y por último los comerciantes franceses instalados bajo el Nilo se
resarcirían así de las molestias causadas por los Mamelucos.
Napoleón
formó un ejército de 38.000 hombres, un millar de cañones y setecientos
caballos. Contó con los mejores generales del momento: Berthier, Caffarelli, Kléber,
Desaix, Lannes, Dumas, Murat, Andréossy, Belliard y Zajączek,
entre otros. Además de ayudas de campo como su hermano Louis Bonaparte, Duroc,
Eugène de Beauharnais y el noble polaco Sulkowski.
Al
contingente se unió un millar de civiles, entre ellos 1671 científicos y
especialistas. Napoleón quería convertir Egipto en un protectorado francés.
Para ello no sólo debía conquistarlo, sino que también debía ganarse la
confianza de su población. Aquí entraban en juego los científicos, conocidos
entre los militares como «los sabios», que debían llevar a un país casi
medieval los últimos avances técnicos de la Europa de la Ilustración. De paso,
los estudios que realizasen sobre el terreno servirían para incrementar el
patrimonio científico francés, lo que redundaría en beneficio de la popularidad
de Napoleón y de sus ambiciones de poder; por lo que incluyó a numerosos
historiadores, botánicos y diseñadores. Por ello, también se la conoce como
Expedición de Egipto cuando su lado científico y menos marcial es considerado.
La partida
Una
flota de trece buques de línea y más de 300 navíos con 16.000 marinos partió el
17 de mayo de 1798 del puerto de Tolón llevando a bordo al ejército de
Bonaparte acompañados por los buques de Génova, Ajaccio y Civitavecchia
comandada por el almirante Brueys y los contra-almirantes Villeneuve, Duchayla,
Decrès y Ganteaume. En total más de 400 navíos tomaron parte en esta flota, así
como 40.000 hombres y 10.000 marineros. Nadie sabía adónde se dirigían. En un
principio se especulaba que el destino era Sicilia, regida por los Borbones,
aliados de Gran Bretaña. También, con ánimo de despistar a la poderosa flota
Británica, se difundió desde París que el objetivo de Napoleón era Irlanda.
Instantes
antes de partir, tuvo lugar un incidente de poca importancia que estuvo a punto
de hacer suspender la operación: la bandera tricolor puesta a ondear en el
palacio de Francia, en la capital austriaca, por Bernadotte, embajador de la
república francesa, había originado un tumulto que obligó al embajador a
abandonar Viena. Los beneficios reconocidos por el Tratado de Campo Formio
fueron así pues, puestos en cuestión, y una paz gloriosa, obtenida después de
tantos combates y sacrificios, parecía rota.
Toma de Malta (1798)
La
armada, llena de confianza en el talento de su general, se embarcó con la moral
bien alta; veinte días después, se encuentra en la isla de Malta, defendida por
los Caballeros de la Orden de San Juan. Bonaparte no tenía ninguna razón legítima
para atacar y tomar la isla por la fuerza; su frivolidad y gracias al poco
apego que el pueblo tenía a los caballeros, le bastaban unos cañonazos para
tomar la reducible fortaleza de La Valetta. La isla significaba una importante
posición en el Mediterráneo.
Descansó
unos días y antes de abandonar esta isla, el general en jefe pone en libertad a
los cautivos musulmanes apresados en las guerras de religión. Hubo en este
acto, al menos tanta política como humanidad: se había combatido contra los
musulmanes, él necesitaba, en la medida de lo posible, que se le devolvieran
sus procedimientos generosos. Trece días después de la partida de Malta, la
flota se encontraba frente a Alejandría.
Al
llegarle la noticia de la caída de Malta ocurrida el 11 de junio, el almirante
británico Horacio Nelson movilizó la flota mediterránea en Gibraltar y se lanzó
a interceptar a los franceses. Los británicos, navegando a más velocidad, los
alcanzaron en aguas de Creta, pero era de noche y no los avistaron. Nelson pensó
que el destino de Napoleón era Egipto y puso rumbo a Alejandría; al avanzar no
encontró ningún rastro, y decidió patrullar por el Mediterráneo oriental hasta
dar con él. No lo logró. Napoleón desembarcaba en Egipto y tomaba Alejandría el
1 de julio sin mucha resistencia.
En
una gran campaña propagandística asegura a los árabes y coptos que viene como
amigo del Padischah, como libertador de los mamelucos, como adorador de su Dios
y Profeta, como destructor del Papado y de la Orden de Malta. El mismo día se
apodera, sin disparar apenas un tiro, de Alejandría.
El
general corso encargó a Kléber ocupar el delta del Nilo y dar protección a la
escuadra fondeada en Abukir. Cinco días más tarde el ejército francés marchaba
contra el Cairo, no siguiendo el curso del Nilo, donde podía alcanzarles la
flotilla enemiga. Hay que saber lo que es el desierto egipcio, alejado del
Nilo, en el mes de julio: «Los hombres creían estar en el fuego del infierno;
se morían, enloquecían, no tanto de calor, de hambre y de sed, como de espanto.
Hubo deserciones, protestas, actos de franca rebelión casi. Pero bastaba que
apareciese Bonaparte para que todo se callase y para que los hombres le
siguiesen de nuevo por el infierno abrasado (…)».[cita requerida]
Los
barcos de menor calado remontaron el Nilo dándole cobertura artillera y logística.
Al general le urgía conquistar Egipto porque sabía que tarde o temprano
irrumpiría la escuadra británica. El camino de El Cairo fue muy duro: además de
sufrir los rigores del sol egipcio, el contingente francés fue continuamente
hostigado por partidas de mamelucos, la casta guerrera al servicio del Imperio
otomano en Egipto. En todos los combates se impusieron los franceses.
La Batalla de las Pirámides (21 de julio de 1798)
En
el camino se encontró a dos fuerzas de mamelucos a 15 kilómetros de las pirámides,
y a sólo 6 de El Cairo. 40.000 mamelucos que les cerraban el paso bajo las órdenes
de Murad Bey y su hermano Ibrahim formaban una media luna de 15 kilómetros
junto al río, con fuerzas en ambas orillas. Habían establecido su campamento en
Embebeh, en el flanco derecho, donde la mitad de la tropa se atrincheró con
cuarenta cañones. En el centro y en el flanco izquierdo, cerca de las pirámides,
situaron 12.000 y 8.000 jinetes respectivamente.
Los
mamelucos tenían una poderosa caballería pero, a pesar de ser superiores en número,
estaban equipados con una tecnología primitiva, tan sólo tenían espadas y arcos
y flechas; además, sus fuerzas quedaron divididas por el Nilo, con Murad
atrincherado en Embabeh e Ibrahim a campo abierto:
Los
mamelucos, audaces hijos del desierto, desconocían la disciplina, no creían en
los cañones; cada uno de ellos confiaba exclusivamente en sí mismo, en su puñal
de Damasco, en su caballo beduino, y en el Profeta — «¡Soldados! ¡Desde lo alto
de esas Pirámides, cuarenta siglos os contemplan!», dijo Napoleón. Y dispuso
sus cinco divisiones en cinco cuadros, con los cuatro cañones en las esquinas:
cinco ciudadelas vivas, erizadas del acero de las bayonetas».
Napoleón
contaba con 21.000 hombres, agotados por el calor y la sed, divididos en seis
divisiones de 3.000; 15000 de caballería y un millar de artillería con una
cuarentena de piezas. Las divisiones francesas avanzaron en fila, lejos del
alcance de la artillería mameluca, y sobrepasaron el flanco derecho con el
objeto de alcanzar el río.
Napoleón
se dio cuenta de que la única tropa egipcia de cierto valor era la caballería. Él
tenía poca caballería a su cargo y era superado en número por el doble o el
triple. Se vio pues forzado a ir a la defensiva, y formó su ejército en
cuadrados huecos con artillería, caballería y equipajes en el centro de cada
uno.
Al
ver Murad Bey que los franceses pretendían cortar sus líneas mandó cargar.
Napoleón, en inferioridad de condiciones, ordenó a sus divisiones formar en
cuadros pie a tierra, a modo de fortines humanos. Antes de entablar combate,
enardeció a sus hombres con un parlamento que se haría célebre: «Desde lo alto
de estas pirámides, cuarenta siglos os contemplan».
Durante
una hora se sucedieron las cargas de los mamelucos; sin embargo, la mayor
experiencia y potencia de fuego francesa los diezmó. Los mamelucos eran magníficos
jinetes, pero iban armados con espingardas, alfanjes, flechas y lanzas, frente
a los mosquetones y cañones franceses. Ibrahim intentó reordenar a los
escuadrones que se retiraban caóticamente para lanzar un nuevo ataque cuando el
general Desaix cargó, provocando la desbandada de los mamelucos. Murad huyó con
3.000 hombres hacia Guiza y el Alto Egipto; Ibrahim hizo otro tanto hacia Siria
con 1.200; el resto, nómadas en su mayoría, se dispersaron por el desierto.
Tras
la batalla, Francia obtuvo El Cairo y el bajo Egipto. Después de oír las
noticias de la derrota de su legendaria caballería, el ejército mameluco de El
Cairo se dispersó a Siria para reorganizarse. La batalla también puso fin a 700
años de mandato mameluco en Egipto.
De
las 300 bajas francesas, sólo 40 eran muertos. Las de los mamelucos fueron de
5.000 entre muertos, heridos y prisioneros, El general Bonaparte tenía abierto
el camino hacia El Cairo; se instaló en el palacio de Muhamad Bey.
La Batalla del Nilo (1–2 Agosto 1798)
Como
temía Napoleón, Nelson sorprendió en Abukir a la flota francesa, cuyos
marineros se hallaban en tierra. El almirante Brueys d'Aguiller ordenó el
embarque y zafarrancho de combate. Contaba con trece navíos de línea: una de
120 cañones (el buque insignia, Orient), tres de 80 y nueve de 74, más cuatro
fragatas. La flota de Nelson la formaban catorce navíos de línea, trece de 74
cañones y uno de 50.
Brueys
había alineado sus barcos en paralelo a la costa con objeto de arriesgar sólo
un flanco al fuego enemigo, pero con el inconveniente de que podría usar la
mitad de sus cañones. Nelson, al ver la situación, alineó sus barcos en doble
fila y los lanzó contra el flanco izquierdo francés. Cada navío galo fue
emparedado, recibiendo las andanadas de al menos dos buques británicos.
Sobrepasaron las líneas francesas y les atacaron por su flanco desprotegido. El
viento del norte impidió al resto de la flota francesa maniobrar para acudir en
ayuda de los atacados. En un principio, el Orient de Brueys y el Guilleaume
Tell de su adjunto Villenueve (el mismo que más adelante dirigirá la flota
franco-española en Trafalgar) quedaron fuera de la batalla. A las tres horas de
combate, la mitad de los buques galos había sufrido daños irreparables. El
resultado final fue desastroso para los franceses. Murieron 1.700 marinos —entre
ellos el propio Brueys—, 600 resultaron heridos y 3.000 fueron hechos
prisioneros. Las bajas británicas, en cambio, ascendieron a 218 muertos y 600
heridos. De la flota francesa sólo escaparon al desastre dos buques de línea y
dos fragatas. Tras la batalla, Nelson puso rumbo a Nápoles con sus tropas. La
anécdota es que la noticia de la victoria tardó en llegar a Londres, porque el
barco que regresaba a la capital británica con los despachos de Nelson fue
capturado por un navío francés.
La campaña de Siria
En
un mes Napoleón se había hecho con el control del país: Kléber dominaba el
delta del Nilo; Menou había tomado el puerto de Rosetta; Desaix perseguía a los
mamelucos en el Alto Egipto; mientras que los sabios, remontando el río,
exploraban Asuán, Tebas, Luxor y Karnak. Sin embargo, la situación se había complicado
tras la derrota de Abukir. El imperio otomano pactó con los británicos y declaró
la guerra a Napoleón. Por si fuera poco, el creciente rechazo egipcio desembocó
en una sangrienta sublevación en El Cairo que costó la vida a 300 franceses. La
revuelta terminó cuando Bonaparte apuntó sus cañones contra la mezquita de
El-Azhar. Había vencido, pero los pillajes, las violaciones y las ejecuciones
masivas sólo sirvieron para aumentar el odio contra los franceses y por extensión
contra sus aliados, los cristianos coptos y ortodoxos de Egipto.
Napoleón
se hallaba aislado. Al no disponer de su flota no podía recibir suministros de
la metrópoli. No obstante su ejército estaba intacto y decidió seguir con sus
planes de conquistar Palestina y Siria como paso previo en su camino hacia la
India, donde tenía previsto llegar en la primavera de 1800. En febrero del año
anterior, poco después de que Desaix redujera los últimos focos mamelucos en
Asuán, Napoleón partió hacia Siria al frente de 13.000 hombres. Su primer objetivo
era acabar cuanto antes con Djezzar Pacha —que estaba formando un ejército para
reconquistar Egipto—, porque había recibido noticias de que los británicos
pretendían desembarcar en su retaguardia a un contingente otomano. Pero no lo
iba a tener fácil. Atravesar el desierto del Sinaí supuso una difícil prueba
que mermó la fuerza de sus hombres. El-Alrich fue tomada, pero tras diez días
de combate. Poco después, en Jaffa volvieron a retrasarse sus planes por la
fuerte resistencia de la guarnición otomana. Cuando esta se rindió, los
franceses comprobaron que era la misma que dejaron libre en El-Alrich bajo
promesa de no volver a tomar las armas. Por si fuera poco, se desató una
epidemia de cólera que empezó a causar estragos entre la tropa francesa.
Una
vez tomada Haifa sin resistencia, Napoleón, camino de Damasco, se dirigió a San
Juan de Acre, viejo fortín de los cruzados. De nuevo los hombres de Djezzar
Pacha ofrecieron resistencia. Napoleón sitió la ciudad. En una ocasión los
franceses pudieron atravesar los muros y entrar en San Juan de Acre, pero las
tropas de Djezzar repelieron el ataque. Los defensores contaban con el apoyo de
la flota británica, que les suministraba víveres y munición. Uno de los hechos
dramáticos del asedio fue que Djezzar Pacha, apodado el carnicero, mandó
degollar a los cristianos de la ciudad como venganza.
Mientras
combatía en San Juan de Acre, Napoleón desplegó distintas unidades por
Palestina para hacerse con los puntos vitales de la región. Junot tomó Nazaret,
pero tuvo que abandonarla para acudir en ayuda de Klébar, sitiado en el monte
Tabor. Su apoyo iba a servir de poco, porque ambos contingentes sumaban 2.000
hombres frente a 25.000 árabes. Durante seis horas soportaron con valor sus
ofensivas. Por suerte, cuando todo parecía perdido, irrumpió Napoleón con sus
cañones y caballería y resolvió el peligro en media hora.
A
continuación lanzó un nuevo ataque contra San Juan de Acre. Logró atravesar la
primera línea de murallas, pero la segunda resultó infranqueable. En la acción
estuvo a punto de morir el general Lannes. La falta de víveres y la
desmoralización obligaron a Napoleón a levantar el cerco tras 62 días de
asedio. El camino de vuelta a Egipto fue muy duro, por falta de agua y el
continuo hostigamiento de las partidas árabes. Tuvo que abandonar a una
treintena de sus hombres en estado terminal.
Pérdida y reconquista de Abukir
Napoleón
llegó a El Cairo con 5.000 hombres menos. Sin posibilidad de recibir
suministros y habiendo fracasado la campaña de Siria, se convenció de que
llegar a la India era imposible. Por otro lado, la situación se iba
deteriorando en Egipto. Crecía el malestar entre los agricultores egipcios por
los excesivos impuestos, mientras las posiciones francesas diseminadas por el
territorio y sus vías de comunicación eran continuamente hostigadas por
partidas mamelucas.
Mientras
esto ocurría, se estaba formando en Europa la Segunda Coalición para atacar a
una Francia debilitada por tensiones políticas internas. Napoleón, viendo que
no obtenía ningún rendimiento de la campaña egipcia y que estaba lejos de la
metrópoli, temió quedarse al margen de un nuevo reparto de poder. Decidió
regresar cuanto antes, pero cuando estudiaba la forma de hacerlo, recibió la
noticia de que Nelson estaba cañoneando las defensas francesas en Abukir. Había
desembarcado un contingente otomano de 15.000 hombres bajo las órdenes de
Mustafá Pachá que aniquilaron al batallón del general Marmont. Napoleón envió
en su ayuda a 300 hombres que corrieron la misma suerte. Sintiéndose atrapado y
sin posibilidad de retirada, ordenó que todas las tropas diseminadas en Egipto
se reagrupasen para ser repatriadas. Pero antes era necesario recuperar Abukir.
Una
vez reagrupado el ejército de Egipto, decidió atacar. Situó a los hombres de
Lannes en el flanco derecho, a Kléber en el centro, a Desaix y Murat en la
izquierda y a Davout en reserva. El ataque empezó con fuego artillero contra
los buques anglo-otomanos, a los que obligó a retirarse. Una vez sin cobertura
naval, Napoleón ordenó atacar, pero lo que no esperaba era que la resistencia
otomana hiciera fracasar las cargas de Desaix y Murat. Cuando Napoleón discutía
con Desaix los planes a seguir, el pachá salió con sus hombres de sus
posiciones y mandó cortar la cabeza de todo francés con que se topasen,
estuviese vivo, muerto o herido. Tal espectáculo, en lugar de provocar el
terror esperado, desató la ira de los franceses, que cargaron a la bayoneta. Lo
hicieron de forma desordenada, pero la rabia les llevó a desbordar las
posiciones otomanas en una guerra sin cuartel.
El
pachá se hizo fuerte en el último bastión. Tras duros combates, la caballería
de Murat logró tomarlo. Al capturar al pachá, Murat le amputó tres dedos de un
sablazo, advirtiéndole que le seccionaría «partes más importantes» si volvía a
decapitar a sus hombres.
Huida de Napoleón y rendición francesa
Ante
la imposibilidad de retirarse, Napoleón entregó el mando a Kléber y decidió
regresar a Francia. Partió con sus mejores generales a bordo de la fragata
Muiron, burló el bloqueo británico y llegó a destino. En noviembre de 1799 —el
18 de brumario, según el calendario revolucionario—, daba el golpe de estado
que puso fin al directorio y se encumbraba en el poder. Antes de partir, Napoleón
le dijo a Kléber que resistiera hasta enero de 1800. Si en esa fecha no recibía
refuerzos, munición y víveres de la metrópoli, podía rendirse. Llegada la fecha
sin haber obtenido ayuda, Kléber pactó la rendición con los otomanos el 24 de
enero en El-Arish. Pero no llegó a buen puerto: los británicos rechazaron que
las tropas francesas fueran evacuadas.
La
situación se fue complicando. En primavera, una sublevación popular les expulsó
de El Cairo, mientras los mamelucos continuaban hostigando sus posiciones
militares. Aun así, Kléber, con un ejército desmotivado, minado por el cólera y
sin munición suficiente, derrotó en Heliópolis al contingente otomano que se
disponía a reconquistar Egipto. Además recuperó El Cairo, donde aplicó una dura
represión. Pero el 14 de junio fue asesinado por un joven musulmán, Solayman al
Halabi. Le sustituyó al mando el general Menou, un pintoresco personaje que había
tomado una egipcia como esposa y se había convertido el Islam.
Menou
pretendía hacer de Egipto un estado independiente bajo protectorado francés, lo
que los británicos no admitieron. Éstos, a las órdenes del general Abercrombie,
desembarcaron en Abukir y derrotaron a los franceses. Menou capituló al verse
asediado en Alejandría. Los británicos se hicieron con todos los hallazgos del
comité de sabios, incluida la piedra Rosetta. Cuando se entregaron los últimos
reductos, uno de cada tres franceses de la expedición original había muerto.
Caballero Imperial Warhammer 40000 (7)
Aquí el Cañón de Plasma que lleva el caballero, no muy difícil de trabajar y con pocos complementos, quizás lo mas complicado ha sido darle el efecto de metal requemado en la boca, a la vez que se le daba el color negro para los efectos del humo .
martes, 9 de diciembre de 2014
Caballero Imperial Warhammer 40000 (6)
Bueno, pues continuando con uno de los "brazos del caballero".
Una motosierra en la que he querido combinar los claros con los oscuros para alejarme del efecto de uniformidad .
Una motosierra en la que he querido combinar los claros con los oscuros para alejarme del efecto de uniformidad .
jueves, 4 de diciembre de 2014
Caballero Imperial Warhammer 40000 (5)
Bueno, pues aquí los avances de hoy, la coraza y las hombreras ya casi acabadas al 90 % a falta de algunos retoques puntuales una vez ya estén colocadas todas las piezas .
martes, 2 de diciembre de 2014
Caballero Imperial Warhammer 40000 (4)
Bueno, pues aquí los avances de esta tarde noche, a falta de retoques puntuales aquí esta el faldón terminado y colocado para ver el efecto general , un dibujo muy sencillo y agradecido y que creo concuerda bastante con la pieza .
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